miércoles, 28 de enero de 2009

La protección del mayor

Estamos acostumbrados a ver en los programas del corazón a los famosos glamurosos –o no- paseándose por las calles en verano e invierno con sus retoños.

Los periodistas se acercan, hacen sus preguntas, sus fotos, y tú lo ves a través de la tele o revistas con las imágenes de los menores pixelada.

En este mundo de la farándula en donde tanto se protege al menor, mi pregunta es:
¿por qué no se protege al mayor?

Mi reflexión surge estos días concretos ya que hay dos personajes que me están llamando especialmente la atención: la madre de Dani Güiza, y la Duquesa de Alba.
La primera es la ya ex-suegra de Nuriaber, famosa por echar unos cuantos kikis (ya no me acuerdo del número) con Antonio David. Ex-marido (y ex-Guardia Civil) de la primogénita de la más grande.
El caso es que esta señora, tenga razón o no, lleva unos días venga a dar entrevistas poniendo verdísima a la pérfida ex de su hijito (jugador de fútbol) de unas maneras que distan tanto de la educación, que pierde la razón con sólo escucharla. Claro que tuvo de quien aprender, menudas deslenguadas las dos… tal para cual.


La segunda anda en amoríos con un jovenzuelo sesentón. Ella, desde su silla de ruedas, y a punto de que le abran el cráneo para mejorarle la calidad de vida (por otro lado inmejorable… ya nos gustaría a muchos!) proclama a los cuatro vientos su amor. Bueno, no lo proclama en el sentido estricto de la palabra, básicamente porque no puede, de la glotis apenas le sale un hilillo de voz. De hecho últimamente veo que los programas en donde sale, se molestan en subtitular lo que dice…



En fin, a lo que voy, que me parece bárbaro que la octogenaria duquesa vuelva a sentir la sangre corriendo por sus débiles venas, y que la ex-suegrísima del momento esté que trina por las fechorías que ha podido cometer Nuriaber (no creo que le sorprenda a nadie, un angelito nunca ha sido…), pero… ¿no hay nadie que pueda proteger a esas señoras, tal y como se protege a un niño? ¿no se protege a los menores entre otras cosas por su falta de discernimiento? ¿y no peca de lo mismo (en estos casos) la vejez? No abogo por la censura, están en su derecho de decir lo que les dé la gana. Pero para mi humilde opinión, se les debería proteger. A ellas y sobre todo a sus seres queridos. No sé dónde está el límite entre la sabiduría que da la edad y la demencia senil, pero hay algunos casos en que me parece que se ve más lo segundo que lo primero.




Los niños no tienen dientes (o no todos por lo menos), no controlan su propio esfinter, tienen memoria a corto plazo… ¿en qué se diferencian de muchos ancianos? ¿y por qué la sociedad protege a unos y no a los otros?

¿Quién permitió emitir las imágenes de Marujita Díaz semidesnuda en un barco junto a Parada, montando un espectáculo lamentable a la par que repugnante? Para quien no ha tenido la oportunidad de verlo, imaginaos un arenque en salazón y ponedle unos pezones… aaarrrggghhhh… cada vez que lo recuerdo un escalofrío recorre mi columna vertebral… ¿Es que esa señora no tiene familia que abochornar? ¿Y Saritísima y sus bodas cubanas y escarceos amorosos a la italiana con otro octogenario? ¿Por qué no proteger su dignidad? Con lo discretita que es su hija… y ¿no puede hacer nada? Protegido como una caja fuerte de un banco suizo tenemos a Sacha Thyssen, y en cambio, ¿tenemos que aguantar a su abuela perdiendo papeles con pruebas de paternidad arriba y abajo?
Yo abogo por la Ley del Mayor.




Yo entiendo que le hacemos eso a Marujita y la hundimos (ya no sé de qué vive desde que El Tomate no le da cobertura...), pero a la duquesa seguro que la hacemos feliz y hasta le mejora la salud y así ya no tendría ni que operarse.

Desgraciadamente el panorama español anda sembrado de personajillos de esta calaña. Algunos, pese a no ser tan mayores, sufren del mismo mal, y para muestra: María Jiménez y sus ordinarieces trasnochadas, Marc Ostarcevic (lo que le pega a este hombre vivir en la España del destape! Se ha equivocado de época, pobre…), Junior y sus extravagantes declaraciones desde que estrenó la viudedad, el plomizo Jaime Peñafiel y su obsesión rayana en la locura, el temeroso Carlos Larrañaga y sus cutre-conquistas de medio pelo… ¿es que toda esta fauna no tiene nadie que los proteja? (o lo que es más importante: que nos proteja a nosotros de ellos…)

Hasta pronto mis pequeñ@s drugos.

domingo, 18 de enero de 2009

El futuro... ¿ya está aquí?

Charlando animadamente con amigos durante mi paréntesis navideño, surgió una conversación que me hizo reflexionar mucho y que no puedo sino compartir con vosotr@s...

Vivimos claramente en la era de la tecnología, los progresos avanzan tan rápido que normalmente ya nos enteramos del siguiente, la nanotecnología gana espacio en la carrera espacial, en la microcirugía, en la investigación científica, vivimos más, sabemos que hay agua en Marte, los multimillonarios pasean su esqueleto por el espacio de la misma forma que yo voy un domingo al parque (en realidad no voy nunca, pero nada más fácil que salir de casa e ir...).





Estamos viviendo el futuro que yo soñaba de niña.

Salvo que... todavía no volamos, nuestra ropa no está hecha con papel albal, y los partos duelen exactamente igual que antaño (os juro que estaba convencida de las tres cosas; mi meta era el místico año 2000, no existía nada más moderno en mi imaginación...)

Como os decía, analizábamos al calor de la chimenea, esta era que nos ha tocado vivir. Y nos preguntábamos: ¿cómo puede ser que en los albores del mundo más tecnológico jamás vivido por el hombre puedan aún existir cosas como... el teletexto?





¿Por qué nadie destina una partida monetaria para investigar un poco más sobre la materia? ¿Por qué sigue funcionando exactamente igual (de mal) que en 1972, año en que la BBC lo utilizó por primera vez?






Como definición podemos decir que el teletexto (copio literalmente): consiste en un conjunto más o menos extenso (más bien extenso) de páginas, las cuáles se eligen a través del mando a distancia. Se escribe el número de la página y transcurrido un tiempo (un día o dos...), se muestra en la pantalla del televisor. Sólo permite transmitir información escrita y gráficos (gráficos? de qué hablan?).






Lo bueno que tiene es que estimula la lectura de los amigos de lo vintage que todavía lo usamos, porque la mayoría de las veces el texto no está completo, de modo que hay que leerlo más o menos así:






M_la jor_ada para _os j_gadores e_paño_es en el torne_ de ten_s de Auckland (N_eva Zel_nda) ya qu_ los tr_s que p_rticiparon, Albert M_ntañés, M_rcel Gran_llers y Ó_car H_rnán_ez, cayeron elim_nados y dije_on a_iós a la_ prim_ras d_ ca_bio.






¿Alguien ha entendido algo? Uno vive así más feliz, sin enterarse de las malas noticias...







El siguiente adelanto que vemos más necesario que el Nobel a Nadal es... los braquets!! No os digo más, también se les conoce como HIERROS...






Con materiales actuales como la fibra de carbono, con todas las modificaciones genéticas imaginables a nuestro alcance, con ovejas clonadas, y seres humanos creados a partir de células madre para curar a sus hermanos, hasta podemos elegir el sexo y color de ojos de nuestro bebé... ¿cómo puede ser que no haya remedio mejor para arreglar una descolocada dentadura que introducir hierro en la boca durante un largo o larguísimo período de tiempo? ¿No se inventa nada porque es el mejor invento de todos? ¿Un rayo láser te quita la miopía acumulada durante toda una vida en cinco minutos, y para arreglarte los dientes te ponen hierros durante años? ¿No está fallando algo?




Algo que para mi desgracia viví hace menos de un año (sí, con la edad que tengo...) es la rotura de un brazo. Y como mi cerebro es así de imprevisible, descubrí la tercera paradoja de este mundo modernísimo en el que vivimos.




La escayola.

¿Cómo es posible? No lo he comprobado, pero estoy segura que en tiempos de Julio César la gente llevaba escayola. Lo paradójico es que en tiempos de Rodriguez Zapatero, la gente lleva escayola. Hay paredes hechas de escayola. Y figuritas y esculturas de escayola.
¿Cómo te pueden emparedar el brazo ahí dentro? ¿De verdad que no se ha inventado nada mejor? La primera y fundamental pega es que... no te puedes lavar!!! ¿Pero a qué guarro se le ocurrió emparedarse un miembro de su cuerpo en un material de construcción? ¿Y todo por no ir a las termas una vez a la semana? ¿Por qué no se hacen cédulas de plástico? También inmovilizan, y no pasa nada si se moja...
Y eso por no hablaros de las prácticas más escatológicas que hoy en día siguen realizando ginecólogos y urólogos.

¿Me están diciendo que pueden operar a un feto nonato en el vientre de su madre, cerrar, y continuar la gestación como si nada, pero tienen que comprobar manualmente determinadas cosas? ¿La misma ciencia médica que es capaz de hacer que dejes de tener hijos, o incluso que los tengas? ¿Pero para qué están las radiografías? ¿De verdad es imposible hacer una variación para ver el interior de ciertas partes y así ahorrarnos (todos) una exploración a la antigua usanza? (volvemos a Julio César...)



El tema de los anuncios de detergentes del tipo "el frotar se va a acabar" mejor ni comentarlo. Si me lee algún publicista, por favor, ruego haga algo al respecto. No sé cuál es la mejor manera de anunciar un detergente, pero desde luego sé cuál es la peor... podemos llevar 30 años igual...
En fin, que nos creemos muy modernitos, muy en la era post-moderna, que si IPods, móviles 3G, GPS, internet, ordenadores con posibilitades ilimitadas, microchips... pero seguimos poniendo la ropa en remojo antes de poner la lavadora (cada día más moderna, eso es cierto).
¿Y vosotr@s qué opináis? ¿Algún médico, científico o publicista sugiere alguna idea? ¿Volaremos algún día? ¿Irán nuestros niet@s a Marte de vacaciones, o seguirán yendo a Marina D'Or...?




Hasta pronto mis pequeñ@s drugos...

(y un besazo a mis interlocutores al calor de los fogones por inspirarme la temática de este post)

viernes, 9 de enero de 2009

Las segundas partes a veces sí son buenas; las rebajas no dan la felicidad II

Al día siguiente decido ir al Zara que nunca me falla. Pese a que hay muchos, cada uno es especial. He tenido sueños terribles en los que me perseguía una cola enorme de gente que calzaba mi botín soñado en un solo pie, enfundado el otro en un calceto blanco...




Antes de cruzar el umbral de la puerta me palpita el corazón de manera arrítmica. Creo que sufro un micro-ataque al corazón. Sin embargo decido que pese a mi estado de salud, voy a por todas.




Repasemos:

-mi objetivo nº1 se encuentra desaparecido en combate. No llegó a rebajas porque se vendió como churros (no me caracterizo por tener un gusto muy original...). Botas mosqueteras, modelo concreto. No me rindo y confío en una devolución despistada.

-mi nuevo objetivo nº2 es el super-bolso básico que tuve que abandonar en el campo de batalla dado el dramático escenario al que me enfrentaba.

-mi objetivo favorito, el nº3 es el botín solitario, digno protagonista de mis últimas obsesiones. Mi razón de existir de los últimos días.

Allá vamos.

Al entrar en la tienda meto la directa hacia una dependienta. Esta vez no tengo ganas de arrastrar mi artificialmente inflado cuerpo por los mazapanes navideños por los suelos zariles (llenos de polvo, por otra parte, especialmente en rebajas... recorte presupuestario??). Este Zara es más pijo, tiene más caché, y me da palo perder los papeles cual señora madrugadora a las puertas de El Corte Inglés el primer día de rebajas.



Me señala que los botines que quedan en la tienda están en la estantería del fondo, que las botas no han llegado a rebajas (coinciden las versiones...), y que del bolso no ha oído hablar en su vida, lo cual me desestabiliza un poco las constantes vitales, pero nada que la idea de conseguir los botines no pueda curar.





Me apresuro a la estantería mientras intensifico mis plegarias, a la par que me castigo por no haberme comprado las malditas botas desaparecidas... y entonces los veo.


Ahí están.


Pero para más inri me encuentro que... hay tres pares más. Y ninguno mi talla.

Qué extraña sensación...


No percibo señal alguna. Y aunque parezca extraño, sentí una tremenda decepción de encontrarme tantos pares a mi disposición.

¿Al final ha sido tan fácil? ¿Y ahora después de mí puede venir cualquiera que no se merezca a mis pequeños y llevárselos como si nada? Me invade una profunda sensación de vacío...



Extraña, me pruebo una talla más (no es la primera vez... ni será la última...) y me parece que me quedan perfectos (me auto-convenzo del tirón; de hecho me planteo cambiar de talla, aunque objetivamente me quedan grandes, exactamente una talla grandes). Soy experta en comprarme gangas que no son de mi talla. Absurdo. No tengo justificación alguna.



Decidida a llevármelos, y con los botines agarrados contra mi pecho con más fuerza que King Kong, prosigo mi paseo por Zara en busca del bolso perdido. Planta tras planta me contestan con evasivas. Se me hace tarde y me acerco resignada a la Caja. Menos mal que al menos me llevo a mis bebés conmigo...





Lo primero que veo es que ¡hay tres personas en la cola!

Vuelve mi vena esotérica y me creo que son señales que me re-convencen de comprarme los malditos botines de una talla más. Y al mirar a la chica que está cobrando, me encuentro el bolso justo detrás de ella!!! Será posible??!! Más señales. Me vengo arriba.

¡Lo he conseguido!

Me entran ganas de comprarme la tienda entera... no tengo ni porqué explicaros que no lo hice...

Al tocarme el turno le pido el bolso y finalmente me compro los objetivos nº 2 y 3 (antes conocido como 2 y medio...).

¡¡¡Son míos!!!



Al final la campaña rebajil pese al drama vivido el primer día, no ha sido tan mala como prometía. Mis botines ya están estrenados y todo (qué rápido crecen!) y para el bolso ya estoy buscando ocasión para ponérmelo (es un poco arreglado...).







Y tranquil@s, que seguiré en busca del nº1... soy incansable... (el que la sigue...)




Hasta pronto mis pequeñ@s drugos...

Las rebajas no dan la felicidad

Este año se anuncian como las mejores, sin embargo, apenas he pecado. Cometí el terrible error de ir de compras el día 7 por la mañana. Iba buscando una prenda muy concreta.

Entro en Zara y parece la franja de Gaza. Respiro profundo, repaso mentalmente mi objetivo, y me lanzo a por él.



Por el camino me encuentro no-objetivos que se convierten en tales en el acto. Un bolso del tipo fondo-de-armario, y un botín. Pero sólo uno. El izquierdo.

Lo sostengo entre mis manos, y me armo de valor para ver la suela: ¡horror! Es de mi talla. Ahora ya sí que me lo TENGO que comprar. Soy la típica pringada que interpreto las señales que me mandan (Amancio&Co).

Ahora sí que sí, basta que no encuentre el botín para que se convierta en la necesidad más grande que nunca he tenido. Miro a mi alrededor el estado del campo de batalla y me desanimo un poco. Lo vuelvo a mirar, con el otro bolso colgado ya de mi brazo, y recobro unas fuerzas inauditas.

Me digo: "aún no he encontrado mi objetivo nº1; poseo el nº2 y el nº2 y medio. Aprovecho la búsqueda del nº1 para encontrar la pareja Cenicientil del nº2 y medio".

Me remango y me pongo manos a la obra. Pasada la media hora tirada por el suelo buscando desesperadamente por todos los zapatos de la tienda, me empieza a flaquear la esperanza.

Le pregunto a una aturdida dependienta por el nº1 y me contesta que no ha llegado ni a rebajas (eso me pasa por rata, 100% merecido), y por mi huérfano par me desea toda la suerte del mundo, pero no puede hacer nada por mí.

Voy a probadores y les limpio las borlas de polvo con el jersey de los arrastrones por el suelo. Me miran con cara de pena.

Pregunto en Caja. Se aguantan la risa mientras se dan codazos.

Ficho a todas las compradoras que puedo a ver si hay otra con cara de idiota con el otro botín en la mano.

Peino la zona previamente subdividida en sectores mentales.

Desisto con ojos humedecidos.

Poco a poco voy abriendo la mano mientras me despido psicológicamente de mi prenda fetiche...

Me rindo. Bandera blanca.


A todo esto mientras he cogido una camisola y una camiseta, y a medida que me acerco a la Caja, observo que la cola que se ha formado llega hasta el infinito y más allá.

Me creo listísima y me voy a la Caja de niños. Infumable.

La de hombres, peor aún.




Aguantándome las ganas de llorar me doy cuenta de que voy a tener que dejarlo todo. El enemigo avanza, y las resistencias son ya débiles. La batalla está a punto de terminar. Escojo bien el lugar donde depositar mis tesoros, y tras una pequeña ceremonia me despido de cada una de las prendas.





Sin mirar atrás salgo de Zara con las manos vacías. Mi super-hombre no da crédito, se queda sin palabras, y corre a abrazarme. Es consciente de la experiencia traumática que acabo de vivir. Algo me reconforta, sin embargo, la reconstrucción psicológica será un camino laaaaargo y tortuoso.





Todavía me despierto en medio de la noche entre sudores acordándome del botin solitario.

Y para la que lo esté disfrutando, que le hable de mí un rato al día....

Feliz 2009 mis pequeñ@s drugos...