martes, 16 de junio de 2009

Fantasías

Hay personas, la mayoría, que para evadirse de la realidad se crean fantasías sexuales.

Me parece estupendo. Muy sano. Pero yo, (no lo puedo evitar, mi mente tiene vida propia) me creo fantasías de terror. Siempre me imagino situaciones en las que me moriría de miedo.

Cada vez que se desliza la puerta del ascensor para abrirse es posible que vosotros os imaginéis un bombero semidesnudo con la manguera enroscada entre sus piernas apagando la llama de su pasión (fiesta Miss camiseta mojada para los señores), sin embargo lo normal es que yo me imagine un furioso pitbull terrier que visualiza mis piernas y ve apetitosas croquetitas de Purina recién servidas en el plato.


Me imagino situaciones rocambolescas (no, no lo busquéis en la RAE que no existe) en las que planeo cómo me escaparía de allí. Sólo por alimentar el morbo. Tan sencillo como eso.
Pues bien. Últimamente he vivido dos de ellas. Para ser más exactos, ayer, una.
Rondaban las 00h cuando decidí irme a la cama tras tres noches durmiendo bien poco. Bostezaba prometiéndomelas muy felices emulando el simple olor de mis sábanas mientras subía las escaleras de mi casa cuando me cruzo con alguien.

- Buenas noches.
- Que descanses.

-Gracias.
Sigo subiendo cuando me doy cuenta de que acababa de mantener el mencionado diálogo con la cucaracha más grande que habéis visto en vuestra vida. Pero tan grande que estuve a punto de enseñarle la casa, mudarme, y dejársela en usufructo.
¡¡¡¡Socorro!!!!
En donde vivo las cucarachas son enormes, y de una variedad muy rara, de hecho vuelan. ¡Vuelan! ¡Son superiores al ser humano! ¿Qué hay peor que el bicho que más asco te dé además pueda volar delante de tu cara? Mi peor pesadilla. Cierto es que es la segunda que veo dentro de mi propia casa en seis años, así que en el fondo no es para tanto (eso lo digo 24 horas después, ya repuesta del susto).
Si llego a estar sola hubiese neutralizado a la cucaracha con una cacerola o algo así, y hubiese llamado a los bomberos, o a los Cazafantasmas...
Pero gracias a Dios estos días he tenido invitados a quien acudir, y el macho alfa tuvo que actuar como tal. Igualdad entre el hombre y la mujer hasta un punto. Hasta lo que yo sé, que no es mucho, de los insectos repugnantes se siguen encargando los varones para alivio de las féminas.


Mi otra fantasía de terror es bastante más horrible. Por lo menos para mí. Es una situación que me había imaginado cientos de veces, e incluso comentado a mi chulazo en plan "¿Te imaginas si un día...?"

Hace un mes estaba pasando unos días en casa de unos amigos, y la noche de autos salí a cenar y llegué sobre las 2h AM a casa yo sola en mi coche. La casa en sí es un chalet con su jardín.


Meto el coche en el jardín, y salgo a oscuras. Noto algo en mis tobillos... hola Tina. El encantador perrito (hembra, creo) de mis amigos. Una monada.

En el mismo instante en que me giro para empezar a andar camino de la puerta de la cocina que NUNCA cierran, tropiezo de bruces con un perro de un metro de alto negro azabache que se había colado en el jardín al abrir yo la puerta para meter el coche.


Visualizo el desfibrilador guardado en mi armario (y que ya conocéis por alguna otra aventura cardiovascularmente emocionante). ¡Maldición! Siempre lo necesito fuera de casa. Barajo la opción de comprarme uno portátil para estas situaciones. Me suena que he visto uno anunciado en Teletienda. Me vuelvo a centrar en el can que no me quita ojo, ni colmillo.



Me quedo paralizada con la triste esperanza que mi colonia olor a pachulí (ya es hora de que la cambie) y el olor a fritanga de mi ropa camufle el terror más helador que siente mi pobre cuerpo, y que dicen que los perros detectan tan bien.

Una vez olisqueada decido hacerme la guay (delante de un perro, ¿habéis oído algo más patético alguna vez?) y empezar a caminar decididamente hacia la puerta de la cocina. Tras dos pasos en los que pierdo de vista el colmillo y a su portador (oséase, nuestro amigo el anónimo chucho) reaparece de entre la nada y empieza a saltarme encima. Si me ponéis un medidor de ansiedad en ese momento lo pulverizo. Me defiendo de los saltos con mi maxi-bolso (¡bendita moda, para que luego digan que no sirve de nada!) y alcanzo a ritmo de maratón la ansiada puerta. Ya sé que no os lo vais a creer, pero esa noche estaba cerrada.




Oigo unos gemidos terroríficos que me ponen aún más nerviosa, hasta que descubro que soy yo quien los emite. Plan B.


La puerta del garaje SIEMPRE está abierta. Peeeeeeeeeeeeero pequeña pega. Está en el piso de abajo. Tengo que andar otros 50 metros, escaleras exteriores incluidas para llegar a ella.

Qué desesperante. Vuelve el perro, vuelvo a oír esos ruidos desesperados que emite mi garganta, mi maxi-bolso toma vida propia y vuelve a la carga, vuelve el pánico, y yo empiezo a correr. Que supongo que es la peor de las opciones.

En fin, la peor o no, pero llego. ¡Estoy salvada! No hay aparato inventado por el hombre que fuese capaz de medir mis pulsaciones en ese momento. Yo creo que mi corazón debió de flipar tanto que intuyo tener una lesión permanente que ya me descubrirán en un chequeo rutinario.



Mi miedo a los perros viene de 1983 ó 1983 más o menos. Es irracional. Incontrolable. Lo cual hace que el episodio sea tan terrorífico para mí. Nunca he tenido perro, y no sé ni cómo tratarlos (y está claro que ellos a mí tampoco; no saben mucho de mujeres si se creen que nos gusta que nos asalten en medio de la noche y nos salten encima...).


Menos mal que al día siguiente seguía pululando por el jardín, sino pensaría que todo fue una pesadilla. Ahí estaba mi monstruo más terrorífico, que a la luz del día, era un bonito perro con pinta de jovenzuelo que sólo quería jugar. ¿Pero yo qué iba a saber si apareció de entre las tinieblas? Apenas se veía nada entre bolsazo y bolsazo.




En fin, todo este post en el fondo es un canto a vuestra esperanza, un aliento de ánimo, porque ya veis que las fantasías para bien o para mal, se cumplen. Así que estad preparados para la próxima vez que cojáis un ascensor, quién sabe lo que aparecerá al deslizarse la puerta...






Hasta pronto mis pequeñ@s drugos...





Pd- hablando de fantasías de terror, me libré de la Mesa Electoral. Noto al igual que un cambio de viento, cómo cambia mi suerte... :)

8 comentarios:

Cuatro ideas dijo...

Jajaja, seguro que la cucaracha no era para tanto:)
Y la fobia a los perros la arreglas llevándote al mío una temporada. Seguro que te acaban encantando. O no?

Besos

Lei dijo...

muy bueno, jeje
lo del perro te entiendo perfectamente, yo antes de cojer el ascensor miro de que piso viene y la hora que es porque en mi edificio hay un chucho askeroso y saltarin.. asique me fio poco del sr ascensor y hago piernas por la escalera

pro_magicalonso dijo...

Agggg yo le tengo fobia a las cucarachas no las puedo ver ni siquiera en pintura y si por casualidad me topo con alguna salgo corriendo a esconderme para que otro la mate. Menos mal que ahora donde vivo no hay cucas, porque sino me daba algo.
En cuanto a los perros a esos si que los adoro, sean del tamaño que sea o de la raza que sean.

Croissant dijo...

Jolín, qué miedo,entre esto y los vampiros... pesadillas servidas. Sabes? a mí los perros me dan respeto, me gustan pero no me acerco porque no me fío, me ha pasado mucho eso de "muerde?", "noo, es muy bueno", tocar al perro y llevarme un mordisco de recuerdo...
Prefiero mil veces más a los gatos, sin duda.

Botica Pop dijo...

ay pero que horror. no te envidio ni tantito.

yo soy más de fantasias a lo marge simpson... ubicas? mmmmh relajaaaante.

Laura Tovar A. dijo...

Excelente tu blog, ayer en la noche me he leido todos tus post y no sabes cuanto me he reido, lo he conseguido en el portal premios Blog del Dia....y allí comence a leerlo, de veras te felicito....y comparto tu fobia hacia las horribles cucarachas yo estando sola me paralizo cuando veo una, pero en presencia de mis sobrinas es otra cosa,y lo pude comprobar el otro día que estaba compartiendo con ellas cuando mi prima con mucha calma y en voz baja me ha dicho "Laura debajo de tus pies tienes una cucaracha"...no puedes imaginar lo que senti en ese momento, me aparte inmediatamente y comence a sentir que me paralizaba, pero cai en cuenta que mis sobrinas las tenia en frente y estaban atentas observando que iba hacer yo.., mientras mi prima continuaba diciendome: "o me das el zapato y la mato yo porque ando descalza o la matas tu"....pues no se de donde salio mi valor y finalmente la aniquile yo...eso sí despues de esa azaña quede tembleca de pies a cabeza.
Un gran saludo desde Caracas.

Garaz dijo...

Muchísimas gracias Laura!!! Eres más que bienvenida en este blog. Gracias de verdad. Un beso gordo.

Charlotte dijo...

si claro, eso de que los machos siguen encargándose del exterminio de cucarachas y demás bichos será en tu caso, porque en el mío, el macho alfa para mi desgracia tengo que ser yo!!!! con el asquito que dan!!

Kisses,


Ch.