domingo, 4 de octubre de 2009

Nunca jamás.

El refranero español está ahí por algo. Y tiene más razón que un santo.


¿O es que no os suena haber dicho nunca "¿pantalones campana? ¡no me los vuelvo a poner nunca-jamás-amén!" Y... ¿qué tenéis en vuestros armarios? Pantalones campana, aunque sólo sea un par.... ¿a que sí?



Y es que, nunca digas de este agua no beberé y este cura no es mi padre (coletilla popular con la que no pretendo ofender a nadie). Porque luego te comes las palabras con pan y vino.

Todavía me visualizo con esas ínfulas de sabiduría que me doy a veces diciendo "¿Hombreras? Qué horror, cómo podían nuestras madres dejarnos salir así de casa... ¡En mi vida me las vuelvo a poner! ¡Ni loca!"

Tengo una blasier blanca en el armario con la que parezco Sony Crockett en Corrupción en Miami. Y no me la apeo.

(el jerseicillo que lleva por debajo no, no seáis malpensad@s...)



Ya estamos acostumbradas, pero cuando todas calzábamos imposibles zapatos de chúpame-la-punta refinadísimos (al contrario que el nombre, por cierto), una punta redonda nos parecía el colmo de lo chavacano, hortera y del mal gusto. Y ahora, qué. Yo por mucho que bucee en el armario no encuentro una punta ni queriendo. ¡¡Qué ridiculas las veo ahora!! Además mis juanetes se encuentran viviendo su época dorada.





Los zapatos castellanos, mocasines, Doctor Martins, las Ray-Ban Wayfarer, las Aviator, las Reebok abotinadas (¡¡por fin hermanita!!)...
¿Y las mallas? Por mucho que les tuneen el nombre por aquello del marketing llamándolas "leggins" para que suenen más sofisticadas, a mí me siguen recordando a la Jurado y el 80% de sus looks. Y ahí que vamos todas como locas enfundadas en nuestras mallas creyéndonos lo más cool.
Qué iba a saber Eva Nasarre el siglo pasado que mientras trataba de adiestrar nuestras lorzas (en mi caso las escasas que entonces tendría mi madre, que no soy tan mayor), las estaba poniendo de moda... Sólo nos faltan los calentines en los tobillos... (UPA Dance ha hecho una segunda intentona, pero no fructificó mucho...)


Enganchada con la tendencia anterior, existe otra tendencia -valga la redundancia- de la que aún me acuerdo, y no sólo me acuerdo, sino que me lleva atormentando desde entonces. Hablo de los más profundos 90. Los pantalones fusós (no sé cómo se escriben, perdonadme)(ni siquiera sé si se merecen ortografía propia). Son una variante de la malla, en la que del tobillo salía una goma que se enganchaba al talón, y quedaba perfectamente por dentro del zapato haciendo un tipo de botijo de La Mancha terriblemente horroroso. Esos sí que se los recuerdo a la Jurado. Con tacón, por supuesto. ¿Os acordáis? ¡¡No os lo vais a creer, pero buceando en internet he encontrado hasta una foto!!
Deleitaos vosotr@s mism@s.



A lo que vamos, "de este agua no beberé" es un refrán extrapolable a todos los aspectos de la vida.
"Yo nunca me casaré antes de los 30". A los 22.




"Yo nunca estudiaré derecho". Abogado.





"Yo nunca me pondré rubia". Platino.






"Yo nunca tendré un monovolumen impersonal". Haciendo estudio de mercado para comprarme el número dos.



Conclusión: ¿quieres caldo? Pues toma dos tazas.





Pero esta vez sí, yo lo del zapato de salón con tacón medio y cuadrado... never-ever-forever. No. Non. Ez. Not. Nicht. いいえ. δεν. Não.



Sin embargo... ya los he visto en las tiendas y a algunas bloggers super-cool. Eso significa que en un plazo no muy largo de tiempo mi ojo se empezará a acostumbrar a ellos, y a medio plazo el otro ojo me los estará pidiendo por Reyes. Conozco mis limitaciones. Así es la vida.
Así que lo que empieza siendo el agua que no beberás se acaba conviertiendo en el caldo con el que luego te atragantas...





Hasta pronto mis pequeñ@s drugos...





2 comentarios:

Cuatro ideas dijo...

Absolutamente de acuerdo. Yo, en lo que a moda de refiere, vivo pensando en cuál será el siguiente "revival" que me provoque pesadillas durante un nanosegundo para luego resultarme lo más.

Charlotte dijo...

yo he sucumbido a todas, todas... ahora no me colocaría unas doctor martens, pero reconozco que en mi armario ha habido botas peores!


Kisses,




Ch.